martes, 20 de junio de 2017

CHILE


 Abre convocatoria FICWALLMAPU 2017




 
Hasta el 30 de junio se recibirán las películas que aborden temáticas indígenas de Abya Yala y el mundo, para confluir en el evento de cine y comunicación más relevante del territorio mapuche. Este año se llevará a cabo entre el 17 y 21 de octubre, en la ciudad de Temuco-Ngulumapu.
La ciudad de Rosario, en Puelmapu (Argentina) fue el lugar escogido para dar a conocer las bases, premios, criterios de selección y categorías establecidas para la recepción de películas de uno de los eventos culturales más relevantes de la región, que desde hace tres años se realiza en Argentina y Chile.
La convocatoria, abierta y gratuita, se dirige a realizadores/as que trabajen en torno  temáticas indígenas. Cuyos contenidos reflejen y potencien los derechos, expresiones culturales, procesos organizativos, preservación de costumbres y el ejercicio del libre derecho a la comunicación de los Pueblos Indígenas.


Jeannette Paillan, Directora del Festival
Sobre los criterios de selección Jeannette Paillan, directora del Festival, señala la importancia de incluir “materiales que contribuyan a sacar a los pueblos indígenas de esa coyuntura tan roja y televisiva, y poder dar cuenta de lo que están haciendo desde distintos ámbitos para revitalizar la cultura”. De este modo, la invitación a postular es también un desafío a innovar las propuestas. Por lo que garantiza que los asistentes “verán expresiones artísticas asociadas a otros formatos, como la animación o lo experimental”, señaló la también documentalista mapuche.

 

Las obras elegidas serán parte de la Muestra Oficial del Festival y -en caso de ser reconocidas por el Jurado Internacional­- se incluirán en un DVD recopilatorio que circulará y se difundirá de forma gratuita en visionados itinerantes por diferentes territorios, Lof, comunidades y establecimientos educacionales, vecinales y comunitarios con el fin de darle movilidad al cine con pertinencia originaria.

 

En coherencia con la oralidad de la cultura mapuche, el FICWALLMAPU es un espacio que trasciende al acto de ver películas. Por esto, durante la semana del 17 al 21 de octubre se realizarán talleres (Mapulab) y un Foro de Comunicación Indígena, además de los característicos conversatorios al término de cada muestra. Esto bajo el entendido de que “el cine, y el arte en general, dan la oportunidad de desarrollar otras perspectivas de diálogos sobre temas que a veces son incómodos para algunas personas”, señala Loreto Bustos, productora del evento.

 

Pese a las dificultades para costear el evento, Loreto destaca que hasta ahora la  apuesta ha sido “democratizar el acceso a la cultura y llevarla a otros lugares, con postulaciones y acceso liberado”. Por lo tanto, “es un trabajo que se hace a mucho ñeque, con la energía de la gente que está interesada en el tema y que siente que este es un aporte a la región”, haciendo referencia al trabajo voluntario de personas de la Araucanía, del norte de Chile y de otros países, muchos de ellos de la red de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI) con la cual tienen mutua colaboración.

 

Aunque el Festival no se define competitivo, aprecia el compromiso que las películas seleccionadas tienen con los pueblos representados. Razón por la cual el Jurado destacará las propuestas audiovisuales que potencien las siguientes áreas: Derechos de las mujeres indígenas; Defensa del Territorio; Defensa de los Derechos de los Pueblos Indígenas; Aporte a la identidad indígena; Mejor Ficción; Mejor Documental; Mejor Cortometraje (hasta 15 minutos); Mejor serie televisiva; Aportes a los nuevos lenguajes audiovisuales indígenas; Cine y video indígena pichikeche (infantil).

 

Gracias a alianzas nacionales e internacionales se garantizan dos premios, pudiendo sumarse más. El primero es de la Dirección de Asuntos Culturales (Dirac) al mejor realizador indígena, quien podrá viajar a Guatemala al XIII Festival Internacional de Cine y Video de los Pueblos Indígenas Ficmayab 2018; el segundo, premiará por segundo año a la mejor obra de Wallmapu con una beca de especialización en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba.

 Para inscribir sus trabajos, las y los realizadores sólo deben llenar la ficha disponible en la página web www.ficwallmapu.cl o por la plataforma internacional www.festhome.com.

 

Morin Ortiz

morin.ortiz@gmail.com

 

ARGENTINA


Mujeres salteñas y jujeñas conmemoraron 70 años de la UMA

70 años de lucha conmemoró la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA) y las mujeres salteñas y jujeñas le rindieron homenaje con foros y conversatorios en ambas provincias el 1 y 2 de junio, por ser una organización social-política pluralista que defiende los derechos desde una perspectiva y concepción de género. “Nos consideramos parte del movimiento popular que existe en Argentina, luchamos por una vida mejor, una nación con democracia participativa, justicia social, sin discriminación, en el cual mujeres y varones en paridad construyamos la nueva sociedad con democracia genérica”.


María Inés Brassesco, presidenta de la UMA, comunicadora social, periodista y educadora popular compartió con los presentes el tema de "Ciudadanía y mujeres de los sectores populares” así como su experiencia en la lucha. Bajo el lema #NiUnaMenos, el Foro de Mujeres por la igualdad de oportunidades de Salta organizó este evento.

Tuve la oportunidad de disertar con los presentes la experiencia de la Fundación de Comunicadoras y Realizadoras Indígenas (FUNCOREI) así como el trabajo que realizó desde JALALLA como revista binacional, así  estuvimos presente en estos encuentros en la provincia de Jujuy y Salta compartiendo la experiencia de comunicación desde la frontera y la vida de migrantes que forman parte de este medio y cómo desde nuestras páginas contamos historias de hombres y mujeres que hacen vida en territorio fronterizo, bolivianos y argentinos.


“Si tomamos nada mas el femicidio y ni vemos las causas profundas del por qué son los femicidio creó que nos vamos a equivocar, pero si eso no lo unes a toda la transformación  estamos errando, hay que luchar con eso, no dejarlo hasta que transformemos la sociedad, pero hay que hablar de un sistema económico social justo, el femicidio existe tanto en las altas clases como en las populares, obreras y en los que no tienen trabajo” expresó Brassesco.

La organización “Juanita Moros” de Jujuy homenajeó a la UMA con un conversatorio en la capital jujeña, una dramatización de una pequeña obra de lo que vive la mujer que es victima de violencia, así como la entrega de un reconocimiento a María Inés Brassesco por su lucha al frente de la Unión.
A todas estas actividades se sumaron las marchas en distintas provincias de Argentina con la consigna “Ni Una Menos”, desde la ciudad de la Quiaca, frontera con Bolivia, así como en Salta y San Salvador de Jujuy salieron las mujeres a caminar.

viernes, 3 de febrero de 2017

COLOMBIA “La cámara es nuestro fusil”: primera indígena cineasta del país


 
Foto: Miguel Iván Ramírez

“La cámara es un fusil para nosotros, es una herramienta de lucha”, afirma Leiqui Uriana desde Maicao, La Guajira. Ella, una wayuu de 33 años, que hasta sus 23 no había conocido una sala de cine, es considerada la primera indígena cineasta del país.

 

La historia que unió a Leiqui con el séptimo arte comienza con una visita inesperada. “Un día llegaron a mi comunidad wayuu, en los suburbios de Maracaibo, un francés y otros muchachos que querían hacer un trabajo audiovisual”, cuenta.

 

Como hablaba español, tradujo cada palabra de los extranjeros ante sus coterráneos. El francés era Xavier Larroque, un cineasta y antropólogo que dirigía el programa ‘Venezuela adentro’. Él y los otros realizadores trabajaban para el canal venezolano ‘ViveTV’.

 

Leiqui, nacida en la capital del estado Zulia y con doble nacionalidad (venezolana y colombiana), estudiaba Enfermería. “Mi vida no podía ser simplemente graduarme, tener novios, hijos, casa, esposo y ya. Tenía que trascender y hacer algo por la humanidad. Estudiaba Enfermería porque en los hospitales se pasan muchas necesidades, muchos wayuu no hablan español”.

 

Pero ser enfermera pasó a un segundo lugar tras la visita de los extranjeros, cuando Leiqui comenzó a interesarse por la realización audiovisual. “Tenía muchas inquietudes y me invitaron al canal de televisión; me mostraron cómo se editaba y cómo era el proceso de hacer un programa”.

 

La wayuu les compartió la cinta sobre un velorio en La Guajira, dicha ceremonia la había grabado junto a un primo. “Me dijeron que el material estaba buenísimo y ahí nació un programa que se llamó ‘Noticiero indígena’ –se emitía dos veces al mes –”.


‘ViveTV’ contrató a Leiqui y ella se propuso dar a conocer, a través de docurreportajes, el wayuu que vivía en la ciudad. Decidió entonces dejar sexto semestre de Enfermería y comenzar sus estudios en Comunicación Social. En el canal laboró durante dos años; luego participó, como asistente de dirección, en dos largometrajes documentales sobre su etnia.

 
La oportunidad

El destino le guardaba un puesto en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, donde estudiaría Dirección Documental durante tres años. David Hernández, un amigo, la postuló y de 18 concursantes de Venezuela, ella y otra persona ganaron la beca otorgada por el gobierno de ese país, a través del Centro Nacional de Cinematografía de Venezuela.

 Leiqui quería hacer documentales que representaran a su pueblo y comenzó a ver películas sobre los wayuu. Recuerda que una de las cintas denigraba la figura de la mujer. “Veía esa película y lloraba. Ese es el imaginario del director... En ese momento, entendí que una película es una flecha directa al corazón. Necesitaba hacer películas porque mi pueblo no podía seguir representado de esa manera”.

 

En un principio, su mamá se opuso al viaje. “Mi mamá se alarmó, que cómo me iba a ir tres años adonde no conocía a nadie, que no sabía nada de la gente de allá, que no tenía ni un familiar, que qué es eso que una mujer wayuu estuviera viajando sola y sin marido. Pero mi papá me agarró: ‘Mija, ya usted está grande, si se quiere ir, la apoyo’”.

 

Con el respaldo de su familia, llegó a Cuba en una madrugada. “He agarrado un taxi para irme a la escuela. Monte monte monte y nada nada, todo oscuro y el señor hablándome… El cubano taxista: ‘¿Y usted es primera vez que viene a Cuba?’”.

La imaginación se apoderó de ella, pensaba: “Me mataron, me violaron, me descuartizaron. Si me matan por acá, cómo me devuelven, cómo reconocen mi cuerpo”. El trayecto le valió una hora y 15 minutos de angustia, y también 30 dólares, más de la mitad del dinero que llevaba para tres meses. 

“Los primeros días tuve contacto con un chico francés, Pablo, que estudió Cine en Francia, y con una polaca que estudió Antropología. Todos eran muchachos de mi edad, jóvenes, inquietos. El primer intento de conversación fue como: ‘Hola, ¿cómo te llamas?, ¿de dónde vienes?, ¿de qué escuela de cine vienes?, ¿en qué festivales has participado?, ¿viste tal película?, ¿‘El Espejo’ de Tarkovski’?, la estructura narrativa, el discurso audiovisual…’. Pensé: ‘Dios mío, de qué me están hablando’. No conocía nada, estaba en blanco. Las primeras dos semanas me quería venir. ‘Esto no es para mí, no tengo este nivel. Yo no estoy para ser un artista con un superego, solo quiero poder contar nuestras historias como pueblo”.
 

Una imagen que le recuerda su paso por la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba.


Un indígena panameño y otros amigos centroamericanos fueron sus aliados. “Él me orientó muchísimo. Entendía mi incertidumbre como indígena en ese nuevo mundo. Fue una gran fortaleza”. También entabló una amistad con la entonces directora de la escuela y conoció a quien sería su inspiración: el cineasta italiano Erick Gandini.

Poco a poco se adaptó al que era su nuevo hogar, donde dormía, comía y veía tantas películas como lo permite una mediateca (el archivo que reúne los contenidos audiovisuales en las bibliotecas). Recuerda que cuando no destinaba un fin de semana a rodajes, viajaba a La Habana.


“No es Cuba lo que uno vive allí (en la escuela), había gente de todo el mundo. Tuve amigos de El Salvador, Colombia, Francia, África, Polonia, Brasil, Puerto Rico, Honduras, Guatemala, Haití; uno de cada país. Allí mi mundo había cambiado, no era mi comunidad, no eran solo Venezuela y Colombia. El mundo no me parecía tan grande como antes, me parecía más accesible”.


El regreso

Tras obtener su título como cineasta en el 2012, Leiqui ha dirigido varios cortometrajes y ahora trabaja en el proyecto de su primer largometraje documental, dedicado a la mujer wayuu.

Es una de las líderes de la Escuela de Comunicaciones del pueblo wayuu, un proyecto dirigido a jóvenes. “No hay comunicadores wayuu que puedan hablar sobre la situación de los pueblos. Siempre pensé que era importante que jóvenes wayuu pudieran aprender lo que aprendí. No todos tendrán la posibilidad de ir a la escuela de cine”.

 También creó la Fundación Audiovisual Wayaakua en Maracaibo y dirigió la Muestra Internacional de Cine Indígena de Venezuela, país que decidió dejar ante la crisis económica; ahora vive en La Guajira. “El cambio de bolívar a peso es muy alto. Trabajar acá me permite ayudar a mi familia, que vive en Venezuela (...) Estar en zona fronteriza me permite moverme entre los dos países”.


Dirigir una película en la que todos los realizadores y el equipo técnico sean wayuu, y ser referencia del cine indígena en Latinoamérica son sus sueños profesionales. También desea ser madre: “Mi otro gran sueño es poder tener un hijo pronto para poder continuar con mi linaje, trascender y enseñarles a mis hijos todo lo que sé”.

MARÍA DEL PILAR CAMARGO CRUZ

Periodista de Especiales Multimedia de EL TIEMPO

pilcam@eltiempo.com

En Twitter: @PilarCCruz